El acero es uno de los materiales más utilizados en las construcciones, tanto industriales como edificaciones destinadas a viviendas o de uso público. Es por eso por lo que se debe tener en cuenta el cuidado del material para que su duración y estado no se vean afectados antes de tiempo.
El efecto de corrosión que pueden sufrir las estructuras metálicas se da cuando soportan los efectos químicos o electroquímicos del impacto del oxígeno que hay en el ambiente con el metal o sus aleaciones. El impacto de los daños causados por esto puede ser devastador para un edificio o estructura que no realice un mantenimiento adecuado a dichos materiales.
Estas piezas sufren bastante en lugares donde la humedad y el salitre son abundantes. Es por eso que, generalmente, no se recomienda su construcción en zonas cercanas al mar o que sean muy lluviosas. Pero, dado el caso, las labores de reconocimiento y mantenimiento continuas, de dichas estructuras, son fundamentales para mantener su buena forma y prolongar la vida útil de la edificación.
Los factores externos o meteorológicos como la lluvia, el viento o la salinidad son los que más dañan las estructuras metálicas, afectando a su durabilidad, su firmeza o la propia imagen del material. Por ello, durante los procesos de construcción y fabricación hay que realizar ciertas acciones de acabado que ayuden a extender en el tiempo la durabilidad de la estructura.
Como es de esperarse, el mantenimiento de estas infraestructuras dependerá de los fenómenos externos que se den en la zona de su construcción y del tipo de metal o aleación que se haya utilizado para ello.
A la hora de llevar a cabo el proceso de montaje de las estructuras, hay que tener en cuenta muchos factores y una inspección adecuada facilitará que el material perdure en el tiempo, a través del proceso de validación visual se puede establecer el nivel de corrosión y decretar si necesita un tratamiento de limpieza y pintura. Asimismo, el mantenimiento de la estructura es vital para retardar su inutilidad, en función del medio que se utilice para realizar el control, este puede ser pasivo, de barrera o por inhibición.
Por lo general, el método más utilizado es el de barrera, el cual aísla la superficie metálica por medio de pinturas o recubrimientos galvánicos, esto último consiste en cubrir la superficie con zinc otorgándole mayor aguante contra el oxígeno, el salitre o el agua.